El pasado 7 de octubre, el Papa Benedicto XVI abrió en Roma la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos con una solemne Eucaristía celebrada en la plaza de San Pedro, ante la imponente fachada de la basílica vaticana, que diseñó a principios del s. XVII el arquitecto Carlo Maderno. Precisamente de uno de los balcones de la fachada de la basílica dedicada al Príncipe de los Apóstoles colgó en la referida ceremonia un enorme tapiz que representaba a San Juan de Ávila. Y es que, como creo que es sabido de sobra, en el transcurso de la mencionada Eucaristía, el Papa Benedicto XVI declaró a San Juan de Ávila Doctor de la Iglesia, recibiendo a la vez el mismo honor Santa Hildegarda de Bingen, religiosa benedictina alemana que vivió en el s. XII. El Apóstol de Andalucía se convertía así en el cuarto Doctor de la Iglesia español, ampliando la tríada formada precedentemente por San Isidoro de Sevilla, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
El cuadro que centra el tapiz del doctorado de San Juan de Ávila es obra del pintor italiano Tonino Conti, actualmente residente en Santander. Presenta una luminosa y sonriente figura del nuevo Doctor de la Iglesia con algunos de los atributos clásicos de la muy abundante iconografía avilista: el crucifijo, el libro(la Biblia), la pluma, el bonete de doctor sobre la mesa y su escudo con la leyenda en latín "Jesús Hombre Salvador". Formando un marco espacial que envuelve a la figura del nuevo santo, el artista ha representado la torre de la catedral de Baeza y la fuente de Santa María, situada en la homónima plaza, frente al templo catedralicio baezano. Siguiendo sin duda las indicaciones de la postuladora del doctorado de Ávila, Encarnación González, Tonino Conti ha querido evocar la fundación pedagógica más sobresaliente del Santo Maestro: la universidad de Baeza. Fundada por bula de Pablo III en 1538, el Estudio General de la Santísima Trinidad sufrió una remodelación radical en 1542 gracias a la impronta docente que le imprimió Juan de Ávila, para que fuese un centro educativo del clero donde los futuros sacerdotes se formasen con el mismo espíritu reformista que el cardenal Cisneros quiso para la universidad de Alcalá de Henares. Desde esa fecha hasta su extinción en 1824, la universidad de Baeza mantuvo fiel el legado avilista, transmitiéndolo de generación en generación.
Almodóvar del Campo fue la cuna de Juan de Ávila; Granada y Sevilla, testigos privilegiados de su labor evangelizadora; Montilla, venerado sepulcro donde se custodian sus restos. Pero los afanes pedagógicos del nuevo Doctor de la Iglesia, que unieron de modo acabado humanismo renacentista y tradición cristiana, encontraron su mejor plasmación en Baeza, en su universidad, que irradió su benéfica influencia más allá de los límites del antiguo reino de Jaén. Por ello, la inclusión de la torre de la seo baezana y la fuente de Santa María en el tapiz del doctorado de San Juan de Ávila es un reconocimiento a la validez de la herencia avilista en tierras del Santo Reino, que lejos de ser algo simplemente del pasado, debe espolear la conciencia del Jaén de hoy para reconocer, como hizo San Juan de Ávila en el s. XVI, las potencialidades de las gentes de esta tierra.
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