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sábado, 7 de marzo de 2009

A TODA LA FELIGRESIA CON MOTIVO DE LA PRÓXIMA SEMANA SANTA

CRISTO MUERTO Y RESUCITADO ES MI ÚNICA GANANCIA

“Ahora hermanos quiero comunicaros la buena noticia que os anuncié: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, que se apareció a Cefas y después a los Doce, después se apareció a mas de quinientos hermanos de una sola vez, la mayoría viven todavía, algunos murieron ya, después se apareció a Santiago y después a todos los apóstoles. Por último se me apareció a mí, que soy como un aborto.” (Primera Corintios 15,1.3-7)

Este acontecimiento supone en la vida del Apóstol San Pablo un antes y un después. En su peculiar estilo de vida, muy entregado, muy radical, incluso llega a decir que todo lo anterior a su encuentro con Cristo resucitado lo estima nada, lo estima basura en comparación con la vida en Cristo Jesús.
El Papa Benedicto XVI, en la catequesis sobre la conversión de San Pablo en el camino de Damasco, explica e interpreta que este hecho histórico supone para el Apóstol mucho más que una conversión, es un proceso de muerte y resurrección. Saulo de Tarso muere en el camino de Damasco y en esta ciudad nace, por la imposición de manos de Ananías y por el agua del Bautismo, un hombre nuevo iluminado por la luz de Cristo. Abandona su ceguera y con la nueva mirada que le regala el Resucitado se lanza a la misión de la Iglesia, especialmente a los gentiles del mundo greco-romano.

También cada uno de nosotros, por el sacramento del Bautismo, hemos entrado en ese proceso de muerte y resurrección. Hemos sido iluminados por la Pascua del Señor y bañados en Agua Viva que nos ha introducido en el mundo de Dios como hijos de Dios. El mejor recuerdo en este año santo Paulino es poder experimentar la presencia de Cristo Resucitado en nuestra vida personal y comunitaria. En mi vida particular, pero también con los que comparten mi fe, especialmente en nuestras múltiples Cofradías y Hermandades dentro del contexto de la comunidad parroquial.

El tiempo litúrgico de la Semana Santa y su prolongación en la Pascua es una providencia de Dios, un tiempo de gracia, de encuentro y de salvación.
Tenemos ocasión de escuchar la Palabra de Dios en las distintas celebraciones que nos prepararán durante la Cuaresma, que nos introducirán en los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, que nos harán saborear en la cincuentena pascual la noche mas santa, la solemne Vigilia Pascual.
Tenemos ocasión de celebrar la Fe y encontrarnos con el Resucitado que vive en la Eucaristía, es la presencia real de Cristo Vivo en medio de este mundo.
Tenemos ocasión de orar, y la oración estimula la intimidad con Dios, el diálogo con Dios.
Tenemos ocasión de ejercer la caridad con tantos hermanos y hermanas cofrades con los que conviviremos en estos días. Cuidemos nuestras conversaciones, tengamos detalles y delicadeza con los demás, aprovechemos para testimoniar nuestra Fe en todo momento, a tiempo y a destiempo.
Todas estas ocasiones nos tienen que llevar a la conversión interior, al deseo de una existencia mas ajustada a la voluntad de Dios.

Mis queridos hermanos Cofrades, Semana Santa es un momento privilegiado para testimoniar nuestra fe en la vida pública, de saber dar razones de nuestra fe y mostrar la esperanza que nos mueve a trabajar en bien de todos.
Quiero terminar ofreciéndoos este texto de San Gregorio Nizianceno, uno de los mejores oradores del siglo IV (330-390):
“Concededme vuestra indulgencia porque de nuevo siento una emoción humana. Estoy lleno de ira y de tristeza por mi Cristo, y ojalá que sintierais vosotros lo mismo, al ver a mi Cristo despreciado a causa de lo que justamente debía proporcionarle los mayores honores.
Dime, ¿es despreciado porque por ti se ha hecho humilde? ¿Es criatura porque cuida de la criatura? ¿Está sometido al tiempo porque ha visitado a los que viven en el tiempo? Más El lo soporta todo. El lo acepta todo ¿Y hay que extrañarse de eso? El soportó las bofetadas, aguantó los salivazos, gustó la hiel porque ya había gustado del fruto prohibido (Gn3, 12). Incluso ahora soporta ser lapidado no sólo por los que lo ultrajan sino también por nosotros que parecemos piadosos”

Demos nosotros gloria y honor, alabanza y bendición a nuestro Dios en estos días santos de su pasión, muerte y resurrección renovando y madurando nuestra fe.
Que al igual que a San Pablo, en el camino de nuestra vida se nos manifieste Cristo Resucitado con todo su esplendor y fuerza.

Mariano Cabeza Peralta
Consiliario de la Agrupación Arciprestal de Cofradías y Hermandades
del Arciprestazgo de Baeza.

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