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domingo, 8 de marzo de 2009

CON MOTIVO DE LA FIESTA DE LA TRANSFIGURACION QUE DA NOMBRE A LA PARRQOUIA

Leemos en este domingo el evangelio de San Marcos de la Transfiguración, de profundo significado en nuestra Parroquia porque es de este acontecimiento de donde toma su nombre, Parroquia de El Salvador.
Cristo transfigurado ante Pedro, Santiago y Juan, con Moisés y Elías (la ley y los profetas) como testigos, avalado por el Padre que lo señala como el Hijo amado y la nube luminosa que representa al Espíritu Santo.

Cuando entramos a nuestro querido templo podemos contemplar la escena en el cuadro que se aloja en el piso alto del retablo mayor. Nos recuerda todos los días que para llegar a esa altura, a esa contemplación divina, a esa paz que hace olvidarse de todo, a ese gozo eterno, primero hay que pasar por otro monte, el del Altar, donde el mismo Cristo se ofrece, rompe su cuerpo, derrama su sangre y se entrega por todos nosotros para nuestra salvación.

El monte Calvario, monte de la obediencia, del sacrificio y de la entrega nos eleva hasta el monte Tabor, vértice del cielo, que supone la entrada triunfal en el Reino de Dios Padre para todos aquellos que sean lavados en la sangre del Cristo Cordero.

La liturgia de la Palabra de este domingo nos da otra oportunidad maravillosa y es la de poder ver en el antiguo testamento cómo Dios Padre dejó escrito el nuevo testamento. Fijaros, el monte Moria, un padre que tiene un solo hijo (Abraham-Isaac), la leña que lleva el muchacho al hombro, el sacrificio del hijo, la obediencia y la humildad.
Una escena que tiene muchísimos paralelos con el Calvario, donde el Padre nos entrega a su único hijo Jesucristo, en el leño de la cruz, y el hijo, Jesucristo, acepta la voluntad del Padre por obediencia y amor.

Así san Pablo se lo escribía a los romanos “Dios entregó a su propio Hijo a la muerte por nosotros”.
En esta segunda semana de Cuaresma procuremos acercarnos al Señor para tomar de su luz, de su resplandor. Nada mejor para ello que la Palabra, la Eucaristía, la Penitencia, la Caridad con los demás. Morir cada día a uno mismo para dejar que Cristo viva en nosotros.

Ánimo, queridos feligreses, avancemos con fuerza y con ganas en este camino cuaresmal que pronto rozaremos la Pascua.

Mariano, vuestro párroco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Alguien se acuerda, de que este cuadro fue restaurado, en tiempos de D. Framcisco?¿o yo estoy confundido?Pedro.