Publicado el 28.05.2014 por Juan Rubio
JUAN RUBIO | ¡Menos mal que alguien de primera línea mediática global, habla de
Andalucía sin la fanfarria de los tópicos, sino con la sangrante injusticia de
su desempleo juvenil!
¡Menos mal
que alguien cuyas palabras tienen una enorme capacidad de resonancia mundial,
cuando habla de Europa y de España, baja la mirada a Andalucía para
contemplar y señalar sus llagas y heridas y esos baldonazos que expulsan a
muchos jóvenes de su tierra!
¡Menos mal
que alguien se deja de sandeces del común para hablar de la tierra andaluza de
otra manera, y no habló de toros, flamenco, gazpacho, siesta y playa!
¡Menos mal
que habló de lo que realmente es indignante no solo en Andalucía , sino en
toda Europa! ¡Menos mal que alguien, procedente de tan lejos…nos esté
llegando tan cerca!
Ha sido el
papa Francisco en una conversación informal en el avión con los
periodistas, de vuelta de Tierra Santa. Recuerdo lo que dijo:
Y
en esto momento se descartan los jóvenes, y eso es gravísimo. En Italia, creo
que la desocupación juvenil está sobre el 40%. En España es el 50% y en
Andalucía, en el sur de España, el 60%… Esto significa que hay una generación
de ni-ni, que ni estudian ni trabajan, y esto es gravísimo, se descartan una
generación de jóvenes. Esta cultura del descarte es gravísima. Este sistema
económico es inhumano.
Y lo
dice alguien que conoce y muy bien el mundo de la emigración y la pobreza;
alguien que no entiende muchas cosas de este sistema económico capitalista, alguien
a quien le duele Europa y su lento envejecimiento.
Alguien
que no solo receta oraciones, sino que hace propuestas y, al fin,
alguien que devuelve a la Iglesia esa voz alta que durante muchos años
se perdió entre músicas celestiales.
¡Menos
mal! Y sí… a quienes quieran ver en esas palabras del Papa un marketing
propiciado por algún andaluz curial… solo decirle que no, que al Papa le
sale espontáneo porque sí sabe que el Sur existe!
Y sabe de
Andalucía y de su historia; de sus grandezas y miserias. Se lo digo a ustedes,
que el Papa sabe más de lo que creemos. Y eso consuela, ayuda y da esperanza.
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