Carta 19 a
Jesús de Nazaret.
Domingo IV de Cuaresma. 30-marzo-
2014.
Evangelio: Juan, 9, 1-38
L
|
eo en el escrito de hoy, que curaste a
un ciego. El método que usaste es de lo más extraño. Diría que es contra producente.
De ti, no se puede esperar una broma y, además, de mal gusto, como sería
ésta. No, no es una broma. Entonces, ¿qué?
Como
Maestro único, tu gesto hubo de estar pleno de pedagogía. O tener un sentido
teológico, tan profundo, que se me escapa.
La verdad
es, que no comprendo que, para sanar unos ojos ciegos, usaras tierra de la
calle, y por añadidura, tierra convertida en barro con tu saliva.
En justa
razón, el barro sucio de la calle, si entra en contacto con unos ojos sanos, los
puede enfermar: nunca sanar.
Si entra en unos ojos ciegos, los empeora,
porque puede llevarle infección.
O ¿es que la saliva la
usaste, Señor, como alegoría de la palabra, por el contacto necesario con la
voz?
Cuando
tu palabra que, es salud y vida, entra en contacto con nuestra realidad
terrena, por muy sucia y embarrada que esté, es capaz de llevarle luz, porque
tú eres la Luz. ¿Esto es lo que me
dices?
Al
menos, mírame con ojos compasivos
Que
tus pupilas cargadas de amor,
proyecten sobre mis ojos,
limpieza de visión; y dejen de fijarse
en los acontecimientos sucios y perturbadores de la sociedad, y en los agujeros
negros de la vida de los hombres y mujeres que me rodean.
Ayúdame a
perdonar, como tú perdonas, y a mirar y a convertir nuestra Tierra en un lienzo
de artista, ayudando a todos los que se esfuerzan en pintar sobre él, belleza,
luz, armonía…
No eche a
nadie de tu casa por causa de ideologías, tendencias, cultura, religión o color
de su piel.
No eche a
nadie de mi corazón, porque no es de mi simpatía.
No eche a
nadie de mi campo de visión porque los ojos no perciban su existencia.
Llena mis pupilas de
perdón, para que, como las tuyas, estén siempre proyectando luz.
Con afecto y adoración.
Bartolomé Menor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario