Carta 17 a
Jesús de Nazaret
Domingo II de Cuaresma (l6-marzo-
2014)
Evangelio: Mateo, 17, 1-9
S
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eñor: Veo normal la reacción de Pedro.
Lo que me extraña y admiro, es que Pedro te pidiera permiso para instalarse en
la nueva situación de gozo y triunfo. Y
le alabo, que no pretendiera la tienda de gloria para él solo, y manifestase
compartirla, aunque suponía tres veces más de trabajo.
Los
hombres solemos saltar al primer carro triunfal que pasa delante de nosotros.
Tampoco lo
nuestro, es el miedo.
Sí el triunfo, los aplausos…No deben actuar en
nuestras vidas como aire que hincha como a globos, y separan nuestros pies de la tierra; tampoco
el fracaso, el sufrimiento, lo desconocido…
deben ser lastre que
grabe nuestros pies de caminantes. Lo
que debe distinguirnos es, el talante de la espera: la esperanza. La esperanza
que no señala el momento inmediato, pero sí la llegada cierta.
Esto leo en lo que
dijiste a Pedro, Santiago y Juan, cuando eufóricos bajaban de la montaña: “NO
CONTÉIS A NADIE LA VISIÓN, HASTA QUE EL HIJO DEL HOMBRE RESUCITE DE ENTRE LOS
MUERTOS”
¡Qué razón tienes, Jesús!
Todo tiene su día y su hora. También, su ritmo de crecimiento. No crece más
rápido la planta porque se tire de ella.
Mateo, tu apóstol, contó
el maravilloso acontecimiento del Tabor, una vez que tú, Señor, resucitaste de
entre los muertos. Pedro, Santiago y
Juan, comenzaron a vivir sus personales glorificaciones a partir de sus muertes.
Hoy, siguen gozando y seguirán gozando su triunfo, por toda la eternidad.
Nos sucederá a todos y a
cada uno de los que apoyados en la esperanza , te seguimos, Jesús, poniendo en
tus manos nuestra suerte. *No es un
sueño, ni una falsa promesa, sino bella realidad.
*No es para hoy, quizás, pero tiene su día y
llegará.
Entre tanto, nuestro
hoy es vivir haciendo el bien y
sembrando tu palabra que es luz, camino, verdad y vida de los hombres, a la
espera de nuestra resurrección de entre los muertos..
Con afecto y adoración.
Bartolomé Menor.
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