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lunes, 24 de marzo de 2014

CARTAS A JESUS DE NAZARET



Carta 18 a Jesús de Nazaret. 
Domingo II de Cuaresma. (23 -marzo- 2014)
Evangelio: Juan 4,5-42



S
eñor: Yo sí sé que eres judío.

 Y sé que eres el Hijo de Dios, y Dios con el Padre y el Espíritu. El máximo de todo viviente; y como lo puedes todo, puedo pedirte el agua viva y la misma vida eterna y feliz.

Sé, más: que te has adelantado a que yo  te pidiera, y me diste participación en la vida de tu Padre por lo que soy verdadero hijo suyo, y heredero.

Más: que por la bendita agua del bautismo, me convertiste en miembro vivo tuyo, participante de tus dones de profeta, sacerdote y rey. He sido ungido, consagrado. ¿Más?  Por la enseñanza de tu iglesia, sé más, mucho más que la mujer samaritana. Y por la historia que vivo en tu Iglesia, sé que han existido y existen millones de hombres y de mujeres que, porque bebieron de tu agua, no volvieron a tener sed.

Los hombres desean con sed insaciable, el dinero, el placer, el poder, el triunfo…

Y, sin embargo, los que beben tu agua, desprecian todo eso, y se afanan solo en amar y hacer el bien, aunque ello les lleve a vivir en lugares de miseria, dolor y muerte.

La Samaritana era una mujer piadosa; por ello, se preocupaba por el lugar, en el cual,  Dios debe ser adorado.

Dudo, Jesús, que la Samaritana entendiese tu respuesta. Porque, después de más de veinte siglos, muchos de nuestra misma iglesia, no tienen claro el lugar donde hay que dar culto a Dios.

No hay que trasladarse hasta el monte Garizim, ni desplazarse a Jerusalén, ni a Roma; ni siquiera mover los pies un milímetro para estar dentro de uno de los mejores templos, y que Dios prefiere para ser adorado: ¡nuestro corazón!

Dijiste a uno de tus Discípulos:

“Si alguno me ama, guardará mi doctrina, y mi padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él (Jn.14,23)

 Si quiero dar un paseo, no tengo que ir lejos, Jesús. Pronto encontraré a alguien que necesita ayuda espiritual, material, o sicológica. Necesita mi saludo, mi sonrisa…y ahí estáis los Tres, esperándome
.
Como aquellos samaritanos, te digo:¡Quédate conmigo, Jesús: Háblame. Te necesito!

Con afecto y adoración. Bartolomé Menor.

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