La fiesta del Corpus Christi (Cuerpo de Cristo),
cuyo origen podemos encontrar en Bélgica a través de Santa Juliana de
Monte Cornillón, tiene como finalidad proclamar la fe en la presencia
real de Jesucristo en la Eucaristía y aunque fue instituida
universalmente por el Papa Urbano IV en 1264, no será hasta la
Contrarreforma del Concilio de Trento que termina en 1563 cuando esta
solemnidad alcance su mayor esplendor. Se produce en este momento un
fenómeno de máxima exaltación y veneración de la Eucaristía que
convertirá la procesión del Corpus en una inmejorable manifestación
externa del dogma eucarístico y del triunfo de la Iglesia Católica.
Ya
en el siglo XIV se tienen noticias de la celebración del Corpus en
Baeza, siendo nuestra ciudad ya reconocida en el siglo XV en toda
Castilla por la solemnidad y magnificencia con la que realizaba
anualmente estas celebraciones en honor al Santísimo Sacramento. Pero
será como decíamos antes, a partir del siglo XVI, cuando esta festividad
cobre verdadera importancia convirtiéndose entonces sin ningún lugar a
dudas en la fiesta por excelencia de nuestra ciudad. Como muestra de
esta principal importancia encontramos a modo de ejemplo en las actas
capitulares del archivo de la ciudad, que el 15 de abril de 1581 el
cabildo da permiso a los caballeros veinticuatro para organizar esta
fiesta con participación de músicas, danzas y además se decide ubicar
toldos en las calles y librar dinero para premiar los altares y cruces
que se hagan al paso de Su Divina Majestad.
Para el cortejo procesional como ya vemos, la ciudad se reviste de suntuosidad engalanando calles y fachadas con altares y alfombras, se levantan efímeros arcos triunfales, se contratan músicos y danzantes, se instalan plataformas fijas y móviles con actores y figurantes representando autos sacramentales, en las vísperas se organizan certámenes literarios, pregones eucarísticos y toda una serie de actos litúrgicos, que junto a los lúdicos y festivos marcaban la vida de la ciudad. El Corpus se convirtió en la más solemne de todas las procesiones del año, obteniendo de la Iglesia incluso indulgencias a quien participara en ella. En la procesión figuraban las representaciones de todos los estamentos de la sociedad de la época: político, militar, religioso, gremios, cofradías y hermandades.
Una
de las costumbres que rodean a la solemne procesión del Corpus Christi
que ha llegado desde entonces hasta nuestros días es la tradición de
instalar altares a lo largo del recorrido de la misma. Esta costumbre
aparece en los primeros años de su celebración por la necesidad de
habilitar zonas de descanso ya que las custodias, cada vez de mayor
volumen y tamaño, eran llevadas a mano por los sacerdotes u obispo en su
caso. Al tratarse de tan preciado objeto y portando nada menos que a
Jesús Sacramentado, estos lugares de parada se convertían en altares
efímeros en los que se aprovechaba para hacer las oraciones llamadas
“estaciones”.
La
realización de estos altares, arquitectura efímera muy del gusto del
Barroco, solía correr a cargo en un principio de particulares,
generalmente familias nobles cuya vivienda se situaba en el recorrido y,
con frecuencia, éstos altares se engalanaban con los mejores cortinajes
de la casa y las imágenes de la devoción doméstica de cada una, además
de los enseres y ajuares más lujosos de las capillas u oratorios
privados de las casas señoriales.
Pronto
las sedes episcopales, o como en el caso de Baeza el Cabildo Municipal
en el año 1647, se encargan de dotar a las catedrales de magníficas
Custodias procesionales para ser llevadas en andas a hombros de
sacerdotes o en carrozas de ruedas, por lo que estos altares perdieron
su finalidad práctica. A pesar de ello, “los altares callejeros” se
mantuvieron como actos de ofrenda y honor al Santísimo, y como hitos
para rezar las estaciones durante la procesión.
En
la actualidad son fundamentalmente las Hermandades, junto a los vecinos
de la calle Sacramento quienes año tras año mantienen esta bella
tradición de los altares y las alfombras que llaman la atención de
propios y extraños por su belleza y originalidad. Con los objetivos de
fomentar esta tradición y de premiar simbólicamente el trabajo de
quienes realizan y mantienen esta bella tradición, la Hermandad
Penitencial del Stmo. Cristo de la Misericordia “Las Escuelas” organiza
desde su fundación en 1980 el concurso de Altares y Alfombras que este
año llega a su vigésimo novena edición.
La
víspera del Corpus por la noche, los baezanos cumplirán un año más con
la tradición de “visitar” los altares y los turistas se admirarán
contemplando estos monumentos efímeros heredados del barroco y se
sorprenderán al ver los bellos dibujos de las alfombras hechas con
pétalos de flores y serrín de colores. Disfrutemos al contemplar los
altares este próximo fin de semana, historia viva de nuestra ciudad que
mantenemos desde hace ya más de cinco siglos y que los baezanos de hoy
tenemos que conservar, valorar y transmitir para que esta antigua y
preciosa tradición la puedan seguir disfrutando las generaciones
venideras.
Hermandad de “Las Escuelas
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