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martes, 1 de noviembre de 2011

EQUIPOS DE NUESTRA SEÑORA BAEZA-1


El pasado domingo dimos comienzo el nuevo curso, con la primera reunión. Este curso finalizará con el XI Encuentro Internacional Equipos de Nuestra Señora, que en esta ocasión se celebrará en Brasilia. Para ello el Movimiento propone para todos los equipos del mundo, un “Tema de Estudio” para el curso 2011-2012 preparatorio para este encuentro. Aquí en España somos 917 equipos los que estudiamos este tema. En esta reunión ha sido el tema “Orar”.

El padre Caffarel nos dice que si tantos cristianos, están enfermos moral y psíquicamente, viven intranquilos, deprimidos, si tantos matrimonios no llegan al acuerdo, la armonía, la unión, la alegría que habían esperado, es que no se hace caso a la importancia de la oración. Cuando los individuos o las sociedades no se conectan a Dios por la oración, se encuentra sin defensa frente a los impulsos de la división. Abstenerse de orar compromete seriamente a la salud moral y espiritual; si, en cambio, el que ora encuentra equilibrio, alegría de vivir, fuerza para amar.

La oración no es cosa fácil, es una ciencia y un arte que hay que aprender, y nunca se termina de aprender. Aprender a orar mejor, es en definitiva, amar mejor a Dios. El alma de todo Apostolado es la oración, si no somos en primer lugar hombres de oración, solo haremos activismo.

La oración que este año vamos hacer en la reunión de equipo, tiene una novedad. En vez de hacerla con textos del Nuevo Testamento, la haremos con los Salmos, que pertenecen al Antiguo Testamento. D. Mariano nos ha hecho una breve introducción de este libro de Los Salmos y nos ha hablado de la importancia de este libro, ya que es utilizado como” Oración de la Iglesia” por excelencia, e introducidos en la “Liturgia de las Horas”, a la que tanto los sacerdotes, como los consagrados están obligados a hacer, y a la que todos los laicos que lo deseen se pueden unir.

A continuación nos hizo una reflexión paso a paso del Salmo 4 con el que hicimos nuestra oración de equipo. Nos habla de la situación de un creyente que se encuentra rodeado de increencias, y ante esta situación de increencia y de justicia eleva su voz a Dios y pone su confianza en Él; “Escúchame cuando te invoco Dios de mi justicia”. Pide la justicia de Dios y no del mundo. Pide piedad porque se considera pecador y eleva su oración a quien lo puede escuchar. Esta oración la lleva a su entorno, ¿hasta cuando los que vivís en la falsedad y en el engaño, ultrajareis a Dios y a los creyentes?, a veces encontramos a personas que aman la falsedad y el engaño, que no se les descubre, destruyendo en muchas ocasiones el bien común, y eso trae unas consecuencias tremendas. Afectando siempre a los más humildes e indefensos de la sociedad. Ante esto el salmista pide reflexión, “temblar y no pequéis”. Esto es una constante durante la Historia de la Salvación, si el pueblo se cierra, hay otro camino para aprender, y es el dolor. Algunas veces Dios permite un mal para un bien nuestro. Si no somos capaces de aprender con el diálogo, el mal nos hará reflexionar y volver al camino de Dios. Las cosas tienen solución, aunque a veces haya que pasar por el dolor y el sufrimiento, y no es Dios quien lo manda, es la consecuencia de nuestra obstinación y cerrazón, nuestro pecado. Y si nuestra sociedad no se convierte, ciertamente tendrá que aprender una lección con mucho dolor y sufrimiento. Esa angustia que tiene nuestro Occidente, que tiene nuestros jóvenes, muchas personas, el estrés, esas depresiones, esa vida vacía y sin sentido, es consecuencia de todo lo anterior, ¿Dónde has puesto tu corazón, tu alegría?, en ti, en el mundo... Responden los que están en la línea, “¿Quién nos hará ver la dicha si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”, se pregunta como Dios nos va a dar la dicha de su luz, si Dios no existe. Y esta es la cuestión, ese es el reto en la cultura de hoy. Como veis esto está escrito hace miles de años y es actual, nada nuevo bajo el sol. El salmista continúa diciendo; yo a pesar de esta situación, tengo mi fe, mi alegría, mi esperanza en el Señor. La consecuencia de esa paz en el Señor y esa esperanza en su providencia, la encontramos en los dos últimos versículos, sin pastillas, sin psicólogo, “En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir tranquilo”. Dios nos invita a confiar en Él, que es ese camino seguro hacia la paz, esa libertad y hacia esa verdad. Vamos a pedírselo para nosotros, nuestras familias, nuestra parroquia, nuestra Iglesia y para todo el mundo.

Terminamos nuestra reunión con una Oración por el fruto del Encuentro Internacional y el Magnificat.

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