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sábado, 12 de marzo de 2011

REFLEXION: TU ESTILO DE VIDA

Una de las características principales del mundo actual es su estilo de vida, un estilo en el que prima la aceleración, las prisas, las cosas tienen que estar acabadas para “ayer”, la sociedad de consumo nos arrastra sin rumbo fijo y la crisis de valores nos impide saber cuál es exactamente el motivo de nuestra existencia. Este ritmo nos pasa factura, nos provoca estrés y el estrés a su vez trastornos físicos y psíquicos.

El estilo de vida de cada persona es su forma de vivir. Ese estilo está influido por la cultura a la que pertenece, pero sobre todo por sus costumbres, comportamientos, normas, sentimientos, creencias, alimentación, deporte, relaciones interpersonales, etc. Básicamente depende de la actitud de cada uno ante la salud, la sociedad y la espiritualidad.

Nuestra forma de ser empieza a configurarse desde muy pequeños, y se va modificando a medida que crecemos en función de la relación que mantenemos con los demás y con el entorno. La familia tiene un papel relevante en este aspecto, y por supuesto, también recibimos influencias positivas o negativas de nuestros profesores, vecinos, amigos, enemigos, sacerdotes, catequistas, políticos, compañeros de trabajo, medios de comunicación, etc.

De todas formas, llega cierta edad en que es cada persona quien libremente, “elige” su estilo de vida y decide si quiere cambiar su conducta o no, depende de ella, y cambiar es muy difícil, aunque no imposible.

El hecho de que gran parte de la población fume, a pesar de saber que fumar es perjudicial, indica que cambiar no es fácil y que para cambiar comportamientos no es suficiente con tener información, hay que tener fuerza de voluntad. La mayoría de las veces son precisamente nuestras propias ataduras y cadenas interiores las que nos impiden ser de otra manera.

Disfrutar de una vida feliz y saludable depende en gran parte de nuestra forma de ser, de nuestro estilo de vida particular. Leí en una ocasión, que un tercio de las enfermedades que hay en el mundo, pueden prevenirse mediante cambios en el comportamiento, según eso, cualquier comportamiento influye en nuestra salud, y puede hacer que permanezcamos sanos, que enfermemos o que volvamos a sanar, por tanto, un estilo de vida puede ser saludable, o perjudicial.

Es saludable una alimentación equilibrada, realizar ejercicio, descansar, asearse, no fumar, ni beber, ni tomar drogas y sobretodo tranquilidad, paz interior y pensamientos positivos. El doctor Schindler decía: “Estamos sanos cuando nuestro cuerpo está sano y tenemos un efecto positivo en los demás y en el ambiente que habitamos”.

Hoy en día está de moda hablar del pensamiento positivo, pues bien, la mayoría de las personas desconocen la importancia que los pensamientos tienen en su vida, si lo supieran desecharían los que son negativos, ya que nuestro destino depende de nuestros pensamientos. En varias ocasiones he leído el siguiente razonamiento de Gandhi, y he comprobado que es cierto:

“Siembra un pensamiento y cosecharás un acto, siembra un acto y cosecharás un hábito, siembra un hábito y cosecharás una costumbre, siembra una costumbre y cosecharás un destino”.

Ser cristiano es un estilo de vida, es dejarse guiar por las enseñanzas de Jesús, es conocer el objetivo de nuestra existencia y cumplir nuestra misión, es vivir confiadamente, pensar en positivo, aceptar la realidad, valorar lo que tenemos, no preocuparse por el mañana y disfrutar al máximo del presente.

En los Evangelios vemos cómo Jesús nos dice muchas veces: “cambiad de actitud”, “convertíos”, es decir, nos invita a modificar nuestro comportamiento, nuestro estilo de vida, y nos da las pautas a seguir.

Reflexión: “Si quieres tener una vida más sana y placentera, es hora de hacer cosas distintas, para obtener resultados distintos, y eso requiere dar un primer paso, que sólo depende de ti”.

Toni Martínez

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