Carta 25 a
Jesús de Nazaret.
Domingo IV de Pascua 11 –mayo- 2014
Evangelio: Juan 10,1-10
S
|
eñor: Tu evangelista Juan. Me dice en
su relato, que tus oyentes no comprendieron lo que les dijiste. Me sorprende.
Tú eras un hombre de pueblo agrícola que compartiste juegos con niños de
pastores y después, con adultos que consumían sus vidas entre cabras y ovejas.
Además del conocimiento
de la vida y del hablar de los pastores, eras un excelente pedagogo que sabías
utilizar, de maravilla, el lenguaje popular.
Es de
comprender: Ni entonces, ni ahora, nos hablas de ovejas. Pero lo que dices, es
de enorme trascendencia y verdad para hoy y para entonces. Al menos, esto es lo
que entiendo.
Los
hombres y mujeres de hoy no han llegado a comprender lo que tú eres para el
bien de la Humanidad, y que no se te puede válidamente substituir por nadie.
Por nadie. Por
nadie del mundo de la ciencia, ni de
las finanzas, ni de la política, ni de la milicia, ni de la literatura, ni de algún saber o poder humano. Por nadie.
Se han
construido y se siguen construyendo puentes, túneles, plataformas volantes y
flotantes….¡Inútil! No se encuentra la puerta que permita entrar y salir para
encontrar lo que verdaderamente satisface al hombre, y le proporciona la
felicidad. Y menos, la vida en plenitud.
Los que lo
han intentado, hasta hoy, no lo han conseguido. Han robado,
han matado, y han sembrado el estrago
especialmente entre los pobres y los pequeños….
Seguimos olvidando,
Señor, que solo Tú, eres la Vida en abundancia; que quien no edifica sobre ti,
no construye; y que quien no siembra contigo, desparrama.
Insiste a los de tu
Iglesia a creer en ti con fe viva, y a enseñar a los vivientes de los cuatro
Continentes, con voz segura y fuerte, que solo Tú eres la Verdad, y que
solo encontraremos contigo la Luz; que
solo Tú eres el Camino, y que solo caminando junto a ti hallaremos la
puerta de entrada. Solo Tú eres la Vida
y, solo fundiéndonos contigo, en comunión de amor, nos sumergiremos en la Vida
plena, donde ya, no es posible la escasez, ni el dolor, ni la muerte.
Tú puedes hacerlo, Jesús.
Confirma nuestra esperanza.
Con afecto y adoración.
Bartolomé Menor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario