Carta
decimotercera a Jesús de Nazaret.
Domingo VI del T. Ordinario
(16-2-2014)
Evangelio. Mateo 5, 20-37
S
|
eñor: Comienzo la carta desconcertado.
Leo tu evangelio de hoy y me asaltan las preguntas que paso a continuación:
- ¿Tiene nuestro mundo
remedio?
- ¿Podrá, alguna vez,
llegar a ser tierra donde se implante el Reino de Dios?
- Tu presencia entre
nosotros, lo mucho que hiciste por los hombres, la buena herencia que nos
dejaste cuando subiste al Padre, ¿no sirvió?
- ¿Fue insuficiente y
requiere mucho más?
– Y ¿qué puede ser ese
mucho más?
*Nos recuerdas, una vez más, la prohibición
de MATAR. Pero, Señor ¡si cada día se
cuentan por miles los inocentes asesinados!
*Mandas NO COMETERAS ADULTERIO. Y me
encuentro que nuestra sociedad exhibe el adulterio como gala, y hasta le pone
imágenes bellas, y lo publica en los medios de comunicación más populares.
Dices, de manera categórica: NO
JURARÁS EN FALSO Y CUMPLIRÁS TUS
VOTOS”. Señor: ¡No se puede
acceder a un cargo de responsabilidad sin exigir juramento! ¡Las campañas para
optar a ser dirigentes del bienestar de los pueblos, se basan sobre promesas
que no se cumplen!
-Terminas
diciendo: “HAY QUE DECIR “SI” O “NO”- LO QUE PASA DE AHÍ, VIENE DEL MALIGNO. El mal se extiende sobre nosotros como “manto
de piel negra de cabra”
Renuncio a ser pesimista.
Creo en ti, y porque creo en ti, espero que tu venida a nosotros, con la que te
convertiste en ciudadano del mundo, lo salve.
Tu enseñanza y ejemplo,
que pertenecen a nuestra Historia, actuarán de levadura transformadora.
Estoy
seguro que tu muerte redentora,
terminará con el mal que nos ahoga, como tu resurrección trocó nuestra muerte
en vida nueva y plenamente feliz.
Al subir
al Padre, no nos dejaste huérfanos. Nos dejaste la herencia de tu Iglesia, con
la misión de ser levadura y luz.
Te
quedaste viviendo entre nosotros y garantizas la eficacia
Soy poca
cosa, pero seguiré trabajando en tu mismo proyecto.
No dejaré de gritar
llamando a otros a engrosar la lista de los “trabajadores de tu viña.”
Con afecto y adoración.
Bartolomé Menor.
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