DOMINGO II DE PASCUA
DIVINA MISERICORDIA
“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia” (Sal 117)
Queridos hermanos:
Después de tres días
de preparación con la Eucaristía, su prolongación en la exposición del
Santísimo, el rezo de la Coronilla, desembocamos en la Solemnidad del II
Domingo de Pascua, fiesta de la Divina Misericordia.
Dios, autor y señor de
la vida, de la historia, y de los acontecimientos del mundo hizo coincidir a
dos cristianos en Polonia para que esto que hoy celebra la Iglesia universal
fuese posible.
Me refiero a Santa
Faustina y San Juan Pablo II.
Santa Faustina recibió
este mensaje del mismo Jesucristo:
“Te envío a toda la humanidad con mi misericordia. Tu eres la
secretaria de mi misericordia para que des a conocer a las almas la gran
misericordia que tengo con ellas y que las invites a confiar en el abismo de mi
misericordia.”
Pero qué podía hacer
una pobre y sencilla monja sin grandes estudios, de la congregación de las
hermanas de la Madre de Dios de la misericordia, en Varsovia capital de Polonia
un país bajo el telón de acero, gobernado por un férreo comunismo allá por el
año 1925.
Un país tan lejos del
occidente democrático y cristiano. Todo parecía misión imposible.
Más tarde recibió otro
encargo del mismo Jesucristo:
“Pinta una imagen según el modelo que ves y firma: Jesús, en
ti confío. Quiero que esta imagen sea bendecida con solemnidad el primer
domingo después de la Pascua de
Resurrección, ese domingo debe de ser la fiesta de la Divina Misericordia.
La imagen que pintó
santa Faustina es la que vemos aquí, de hecho el cuadro que se colocó junto al
confesionario se bendijo en la fiesta de la Divina Misericordia, tal como pedía
el mismo Señor.
La imagen está muy
unida al Evangelio que hoy hemos proclamado.
Jesús se presenta en el cenáculo a sus discípulos y les da poder para
perdonar pecados: “Recibid el Espíritu
Santo, a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados”.
Por la pasión, muerte
y resurrección de Jesucristo los pecados del pecador quedan perdonas y el mundo
salvado. Así en el cenáculo, lugar de la institución de la Eucaristía, del
sacerdocio, y del mandato nuevo del amor, ahora se instituye el sacramento del
perdón.
Santa Faustina
preguntó al Señor qué significaban esos rayos azul y rojo. El Señor respondió:
“el rayo pálido simboliza el agua que justifica las almas. El
rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas. Bienaventurado quien
viva a la sombra de ellos”
Así hermanos, quien
vive a la sombra de su bautismo, a la sombra de la Eucaristía frecuente, a la
sombra del sacramento del perdón y a la sombra del amor está en el camino
correcto, en el camino de la bienaventuranza y felicidad perpetua.
Y así entraría en
juego otra figura clave para la Iglesia, nacido en Polonia, sacerdote, Obispo,
cardenal y por fin Papa que como él dijo vino de un país lejano: Karol Wotywa
que tomaría el nombre de Juan Pablo II.
Fue quien elevó a los
altares a Santa Faustina, la secretaria del Señor Misericordioso y el que
cumplió la voluntad del mismo Cristo, establecer para la Iglesia Universal la
fiesta de la Divina Misericordia el segundo domingo de Pascua.
Hermoso día para
partir hacia el cielo y hermoso día para ser canonizado junto a otra gran
figura de la Iglesia como fue Juan XXIII.
Con esta nueva
devoción, Cristo resucitado sigue insistiendo al mundo entero de su disposición
para amar, para perdonar, para conducir como buen pastor hacia el encuentro en
el Reino de los Cielos.
Cuando la devoción al
sagrado corazón de Jesús parece que se iba diluyendo y perdiendo, el Señor
Jesús nos regala una nueva versión donde sigue siendo su corazón amante, los
rayos que brotan de su pasión gloriosa, de sus llagas benditas que emanan la
luz de la salvación.
Hermanos, no nos
cerremos a la Divina Misericordia de Dios, dejemos que esa luz nos inunde y
llenándonos de su amor misericordioso podremos derramar misericordia en medio
de los dolores y llagas de este mundo, poner luz en medio de las tinieblas y
sombras de muerte que amenazan a la humanidad.
Gracias Señor por tu
amor, gracias Señor por los testigos de tu amor: Santa Faustina, San Juan Pablo
II y San Juan XXIII, rogad por nosotros.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario