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jueves, 3 de febrero de 2011

EQUIPOS DE NUESTRA SEÑORA BAEZA-1


El pasado domingo nos reunimos para profundizar y trabajar un nuevo tema de estudio, “REZAMOS JUNTOS”. Todo el equipo considera que esta parte de la reunión en la que oramos con la Palabra de Dios que se nos sugiere en el tema, es la parte más fuerte e importante en nuestras reuniones.
La oración en el equipo produce un encuentro profundo entre todos los que lo formamos, ya que cada miembro comparte su respuesta personal a la Palabra de Dios, referida a su vida concreta, bien pidiendo, bien alabando o bien agradeciendo. Dios nos ha hablado y nosotros le respondemos. La oración personal de cada uno brota de la reflexión y de la interiorización. No se trata de hacer un comentario al texto, sino dar una respuesta personal a lo que Dios no dice. Esta respuesta personal nos compromete con Él y con los hermanos.
En esta reunión hicimos la oración con el texto de, Col 3,16-17. D. Mariano aportó al final de la oración su reflexión, empezando con una frase de San Jerónimo “Quien desconoce la Palabra desconoce a Dios”.
Dios ha querido revelarse al hombre con palabras en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento se revela con su Hijo “El Verbo que se hace carne” y habla al hombre en su propia humanidad, de esta forma el que lo busca de corazón lo encuentra.
La Palabra está viva, la Palabra es lámpara para nuestros pasos. La oscuridad nos da inseguridad, vamos a ciegas. Una vida sin Dios es una vida a oscuras. La Palabra nos hace caminar en la luz, cada vez que la leemos está Palabra está viva, con toda su riqueza. Soy yo quien tengo que hacer esa adaptación a mi vida, y tengo que ver qué es lo que no se adapta a esa Palabra, en ningún momento limemos esa Palabra, sino nosotros nos tenemos que adaptar a ella. En la misión de profetas que tenemos todos los bautizados, nuestra referencia tiene que ser la Palabra, no podemos decir, ¿cómo yo no la cumplo? no puedo decirla a los demás. Cuando hablo, no hablo yo sino desde la Palabra, hablamos de Jesús y decimos yo tengo muchas lagunas, yo no soy perfecto, pero eso no invalida lo que yo te diga, no invalida la Palabra, porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesús. Eso libera mucho.
Unámonos a esta Palabra de Dios, que no sea solo un libro en la estantería, sino que esa Palabra se haga carne entre nosotros.
Terminamos con la oración del MAGNIFICAT.

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