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lunes, 24 de mayo de 2010

EQUIPOS DE NUESTRA SEÑORA BAEZA-1


El pasado domingo día 16, celebramos nuestra última reunión de trabajo de este curso, que al igual que las anteriores hemos estudiado textos del padre Caffarel, habiendo sido de una gran riqueza. En esta ocasión el tema era, “PREOCUPARSE POR LOS OTROS”. En él nos dice que toda vocación lleva consigo una misión. El cristiano al igual que Cristo, se preocupa por los demás. No se encierra en sí mismo para gozar egoístamente lo que tiene, sino que se abre acogedor y atento a los otros. Vive y trabaja unido a Cristo, para gloria de Dios y salvación del mundo. El Concilio Vaticano II nos dice que por el bautismo y la confirmación los laicos tenemos el deber y la obligación de ser apóstoles.
Muy en acorde con el tema hicimos la oración con un texto de San Pablo, (1 Cor.9, 16,19-23), donde nuestro Consiliario D. Mariano nos hizo la reflexión, nos habló de cómo San Pablo se tiene que enfrentar a los paganos y a los judíos, y como a pesar de ser los judíos más religiosos, encuentra en los paganos mas receptividad, algo así pasa en nuestro tiempo que por el hecho de testimoniar el ser cristiano somos causa de rechazo, burlas y risas. Pero Pablo tiene claro que tiene una misión que no es suya, ni para beneficio suyo, ni para gloria suya, sino que es obra de Dios y para gloria de Dios. Dice que su ganancia es Cristo y Cristo es lo más grande. Nos dijo que para servir hay que ser humilde, al igual que Pablo se abajó, el mismo dice que “procura hacerse todo a todos, para ganar a alguno”. Un método bueno para evangelizar. La pedagogía de Pablo es la de Cristo que se hizo hombre para ponerse a la altura del hombre. Estar en este mundo sin ser de este mundo es lo que se nos pide.
Aprovechando la festividad de la Ascensión de Jesús al cielo, nos comunicó que ahora nos toca ser nosotros los testigos, que contamos con todos los medios, especialmente la Eucaristía y la Penitencia, que es el médico de nuestras almas. Que seamos cristianos alegres, la alegría que da la esperanza. Para San Pablo, su alegría era su encuentro con Cristo. Pidió al Señor para que hagamos lo que tenemos que hacer, que no nos excusemos, cada uno según nuestra vocación y capacidad, hacerse uno a todos y no hacer juicio negativo poniendo barreras, buscando siempre la posibilidad de llevar el Evangelio. Una Iglesia abierta a los demás.

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