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lunes, 5 de abril de 2010

SOLEMNE VIGILIA PASCUAL





“Entrando en el sepulcro no encontraron el cuerpo de Jesús”.

El sepulcro vacío es el primer signo de la resurrección de Cristo Jesús. No se ha quedado en la tumba porque El está vivo y su cuerpo glorioso y transformado es el anticipo de nuestra propia resurrección.

Todavía algunos se empeñan en seguir buscando el sepulcro del Señor y sus restos mortales. Cuántas noticias falsas de sepulcros con el nombre de Jesús, como diciéndonos a los creyentes ¿veis como es mentira, veis como os han engañado, veis como no tiene sentido lo que creéis?

Nuestra respuesta a todos estos agoreros farsantes tiene que ser el evangelio de San Lucas proclamado esta noche: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está en los sepulcros, no está en los cementerios, ha resucitado.

Como las santas mujeres, como los once, también es misión nuestra anunciar al mundo esta buena noticia. Cristo ha vencido, la muerte no se ha impuesto, la injusticia ha quedado desenmascarada, y los malos no han podido con el sumo bien, con el que es verdad luminosa.

Toda la historia de la salvación que hemos proclamado y cantado en las siete lecturas con sus siete salmos del A.T. y la epístola del N.T. tienen pleno cumplimiento en esta noche santa de la resurrección del Señor.

La renovación de nuestras promesas bautismales que haremos ahora tiene pleno sentido en esta noche santa de la resurrección.
El nacimiento de nuestra hermana Elena a la vida eterna con el sacramento del Bautismo tiene pleno sentido en esta noche santa.
Nuestra vida, a la luz del evangelio, en lucha diaria por el Reino de Dios y su justicia, por los valores que se desprenden del evangelio, alcanza pleno sentido en esta noche santa de la resurrección.
Nuestra vida, con sus alegrías, con sus penas, con sus enfermedades y con la muerte tiene pleno sentido, porque con Cristo Jesús, queridos hermanos, todos hemos resucitado, todos estamos llamados a la eternidad.

Permitidme darle gracias a Dios a boca llena, en esta noche santa, por tanto derroche de gracia y salvación. Darle gracias a Dios porque no estamos ausentes ni ajenos a esta verdad que ilumina tanto la vida.
Igual que Pedro, admirémonos de lo vivido en esta Semana Santa, alegrémonos por la esperanza que engendra en nosotros la resurrección de Cristo.

Y sobre todo, no tengamos miedo al presente ni al futuro, no tengamos miedo a nada ni a nadie porque “aunque el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado, al tercer día resucitará”.
Aunque nos pongan impedimentos, mil zancadillas, muchas críticas, burlas y persecuciones a veces propiciadas desde el mismo seno de la Iglesia por nuestros pecados personales y públicos, al final, el destino último es el triunfo de la verdad, la resurrección y la vida.

Por todo ello, por esta Semana Santa, por tu muerte y resurrección, gracias Señor. Amén.





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