La Cruz es el instrumento de Redención: a los suplicios se superpone la realidad del amor. Caminar por la Vía Dolorosa es llevar sobre los hombros el signo inconfundible de ser un elegido; oír continuamente la llamada a ser misionero del amor.
(El sillón de ruedas, p. 231)
Padre nuestro, Avemaria y Gloria
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