Tres actitudes ante la presencia del dolor:
La de aquél que aún no ha ido más allá del escozor de su herida: 'Dios me ha quitado...'
La del que acepta, sin entrar en su espíritu de actividad santificante: 'Dios me ha pedido...'
Y la de aquél que, comprendiendo el valor comunitario del sufrimiento, se da de lleno al ideal de redención: 'Señor te ofrezco...'
(Las estrellas se ven de noche, p. 110)
Padre Nuestro, Avemaria y Gloria
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