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viernes, 4 de julio de 2014

HOMILIA CON MOTIVO DE LA CLAUSURA DEL CURSO PASTORAL 2013-2014



AÑO DE LAS VOCACIONES

“Buscad el bien y no el mal y viviréis” (Am 5,14)

Concluimos en esta tarde el curso pastoral 2013-2014, último de mi pastoreo entre vosotros.
Lo comenzamos buscando el bien, es decir, buscando a Dios en este año dedicado a las vocaciones cristianas en nuestra Diócesis de Jaén.
El lema que nos ha presidido ha sido: Abiertos a la llamada de Dios.

Porque toda vocación es llamada. La primera de todas y fundamental, porque es la madre de las vocaciones, es a ser hijos de Dios por medio del Hijo Jesucristo. El Bautismo es la respuesta gozosa y ahí comenzó nuestra vida cristiana y eclesial. En la andadura de los años, cada uno de nosotros vamos haciendo un discernimiento para concretar la llamada bautismal: Algunos descubrieron que era la vocación matrimonial, otros la vocación a la vida consagrada, otros a la vida sacerdotal.
Otros estáis aun en ese proceso de discernimiento.

Lo que nos une a todos y es nota común es la llamada de Dios a través del profeta Amós: Buscad el bien y no el mal y viviréis.
La misma pregunta que hacían los espíritus inmundos a Jesucristo en el Evangelio de San Mateo: ¿qué quieres de nosotros Hijo de Dios?
El lema de nuestra parroquia en este año: Abiertos a la llamada de Dios.

Es decir una actitud activa, vigilante, obediente y disponible.

La vocación está unida a la fe, esperanza y caridad e implica en el vacacionado  confianza plena en Dios, obediencia gustosa y disponibilidad.
Cuanto más en los que estamos consagrados a Dios y al servicio del Evangelio plenamente.

Y el ejemplo lo tenemos en nuestro Señor Jesucristo principalmente. El Verbo, la segunda persona de la Trinidad, que vivía tan a gusto junto al Padre y al Espíritu Santo, tan bien servido y amado por los ángeles y las potencias celestes es llamado por el Padre a una misión que suponía perder toda esa complacencia. Suponía descender de la altura a la bajura, de la dimensión divina a la humana. De ser Dios a ser uno de tantos, incluso último y servidor. De ser alabado y bendecido a ser humillado, torturado, despreciado, muerto y sepultado.

El Verbo no protesta al Padre, obedece y por medio del Espíritu Santo se hace hombre y habitó entre nosotros. Su bajar, su descenso de categoría, fue la ganancia de muchos y la salvación del mundo, la salvación de todos que por su cruz y resurrección tenemos el gozo y la esperanza de la vida eterna.

Fiel, obediente, disponible hasta la muerte y muerte de cruz ratificó su disposición en el huerto de los olivos: “Padre que se cumpla tu voluntad y no la mía”.
En la cruz: “Padre todo está cumplido”.
Y nos enseñó el camino en la oración por excelencia, el padre nuestro: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Es el camino de la vocación cristiana y de sus concreciones en vocaciones específicas. No buscar nuestro interés particular, no buscarnos ni predicarnos a nosotros mismos sino a Cristo, al evangelio. Servidores de Dios en la Iglesia y en el mundo, como Dios quiera, cuando Dios quiera, donde Dios quiera.
Cuando uno dice sí a Dios en el bautismo ya deja de poseerse a sí mismo y es Dios quien comienza a crecer en el interior y uno a menguar como san Juan Bautista.

Un año pastoral precioso que el Señor ha regalado a nuestra Parroquia, un año donde hemos escuchado testimonios de las distintas vocaciones, conociendo de cerca su realidad, en la familia, en los conventos, monasterios, vida sacerdotal y con los hermanos que se remedian en nuestra parroquia desde la vocación social.

Un año de escucha agradecida de la Palabra de Dios porque estamos abiertos a ella, porque queremos buscar el bien, la voluntad de Dios, porque queremos que Dios viva en cada uno de nosotros y en esta comunidad parroquial de El Salvador.

Hay que cuidar mucho las vocaciones que ya tenemos y pedir al dueño de la mies que siga enviando obreros a su mies. Las parejas de novios que serán las futuras familias del mañana, a nuestro seminarista que antes de que nos demos cuenta estará al servicio del pueblo de Dios que camina en la diócesis de Jaén, a nuestros voluntarios de Cáritas que ejercen la caridad en nombre de todos. Pedid insistentemente al Señor, cuidar lo que hay y aumentar la cosecha.

A mí el Señor me ha dado una oportunidad magnífica para imitarlo y vivir en mis propias carnes el Año de las Vocaciones, por lo que he dicho, que al igual que Cristo, la llamada supone fe, obediencia y disponibilidad.

Aunque soy un pobre pecador intento por todos los medios no ser un “teórico” de la religión o un “profesional”.
Yo mi vida la perdí por Cristo y por el Evangelio el día que dije Sí a Dios en la persona del Obispo al que prometí respeto y obediencia. Y el Señor me ha ido llevando por caminos insospechados para mí y lejos, en la mayoría de las veces, de mis deseos y gustos personales.
Las grandezas y reconocimientos no son el objetivo de mí vida sacerdotal y las veo más como tentación que podrían alimentar orgullo y vanidad.

El Señor me pide que en el año de las vocaciones, año trece de mi pastoreo entre vosotros, y 22 de mi sacerdocio, salga de esta tierra que ya es mía, así lo digo, que salga de mí Baeza y descienda hasta Mancha Real, y digo descender porque tengo que bajar las “quebrás” hasta la llanura de la mancha.
Mi voluntad sería en palabras del mismo Jesucristo: “Padre que pase de mí este cáliz”. Pero mi respuesta al Señor a través del Obispo es la misma de Cristo: “Padre, que se haga tu voluntad, no la mía”.

Toda la predicación de este año la tenía que sellar ahora con la propia vida, y aunque soy un  pobre pecador, os dejo este humilde ejemplo para que también vosotros seáis obedientes a Dios, a través de vuestros pastores, el Papa, el Obispo y vuestro nuevo Párroco, para que seáis servidores más que servidos y tengáis buen ánimo y disposición para todo.

El día trece de Junio vine al mundo para servir a Dios y en el año 13 de mi pastoreo estoy disponible para servir a Dios. Veintidós años de sacerdocio, los dos patitos que me pusisteis en la pancarta de mi aniversario. Pues el día 2 de julio la despedida del curso pastoral y el 2 de septiembre la despedida de la parroquia y de Baeza.
Ya sabéis que yo no creo en la casualidad sino en la Divina Providencia y siempre veo estos guiños de Papá Dios en mí vida para recordarme que siempre es Él quien está detrás de todas los acontecimientos.

Gracias a Dios por estos años y gracias a todos vosotros mis queridos hijos, hermanos y colaboradores. Que la Virgen Madre de Dios y de la Iglesia nos acompañe a todos e interceda por nosotros.
Muchas gracias y que así sea.


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