AÑO DE LAS VOCACIONES
“Buscad el bien y no el mal y viviréis” (Am 5,14)
Concluimos en esta
tarde el curso pastoral 2013-2014, último de mi pastoreo entre vosotros.
Lo comenzamos buscando
el bien, es decir, buscando a Dios en este año dedicado a las vocaciones
cristianas en nuestra Diócesis de Jaén.
El lema que nos ha
presidido ha sido: Abiertos a la llamada de Dios.
Porque toda vocación
es llamada. La primera de todas y fundamental, porque es la madre de las
vocaciones, es a ser hijos de Dios por medio del Hijo Jesucristo. El Bautismo es
la respuesta gozosa y ahí comenzó nuestra vida cristiana y eclesial. En la
andadura de los años, cada uno de nosotros vamos haciendo un discernimiento
para concretar la llamada bautismal: Algunos descubrieron que era la vocación
matrimonial, otros la vocación a la vida consagrada, otros a la vida
sacerdotal.
Otros estáis aun en
ese proceso de discernimiento.
Lo que nos une a todos
y es nota común es la llamada de Dios a través del profeta Amós: Buscad el bien
y no el mal y viviréis.
La misma pregunta que
hacían los espíritus inmundos a Jesucristo en el Evangelio de San Mateo: ¿qué
quieres de nosotros Hijo de Dios?
El lema de nuestra
parroquia en este año: Abiertos a la llamada de Dios.
Es decir una actitud
activa, vigilante, obediente y disponible.
La vocación está unida
a la fe, esperanza y caridad e implica en el vacacionado confianza plena en Dios, obediencia gustosa y
disponibilidad.
Cuanto más en los que
estamos consagrados a Dios y al servicio del Evangelio plenamente.
Y el ejemplo lo
tenemos en nuestro Señor Jesucristo principalmente. El Verbo, la segunda
persona de la Trinidad, que vivía tan a gusto junto al Padre y al Espíritu
Santo, tan bien servido y amado por los ángeles y las potencias celestes es
llamado por el Padre a una misión que suponía perder toda esa complacencia.
Suponía descender de la altura a la bajura, de la dimensión divina a la humana.
De ser Dios a ser uno de tantos, incluso último y servidor. De ser alabado y
bendecido a ser humillado, torturado, despreciado, muerto y sepultado.
El Verbo no protesta
al Padre, obedece y por medio del Espíritu Santo se hace hombre y habitó entre
nosotros. Su bajar, su descenso de categoría, fue la ganancia de muchos y la salvación
del mundo, la salvación de todos que por su cruz y resurrección tenemos el gozo
y la esperanza de la vida eterna.
Fiel, obediente,
disponible hasta la muerte y muerte de cruz ratificó su disposición en el
huerto de los olivos: “Padre que se cumpla tu voluntad y no la mía”.
En la cruz: “Padre
todo está cumplido”.
Y nos enseñó el camino
en la oración por excelencia, el padre nuestro: “Hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo”.
Es el camino de la
vocación cristiana y de sus concreciones en vocaciones específicas. No buscar
nuestro interés particular, no buscarnos ni predicarnos a nosotros mismos sino
a Cristo, al evangelio. Servidores de Dios en la Iglesia y en el mundo, como
Dios quiera, cuando Dios quiera, donde Dios quiera.
Cuando uno dice sí a
Dios en el bautismo ya deja de poseerse a sí mismo y es Dios quien comienza a
crecer en el interior y uno a menguar como san Juan Bautista.
Un año pastoral
precioso que el Señor ha regalado a nuestra Parroquia, un año donde hemos
escuchado testimonios de las distintas vocaciones, conociendo de cerca su
realidad, en la familia, en los conventos, monasterios, vida sacerdotal y con
los hermanos que se remedian en nuestra parroquia desde la vocación social.
Un año de escucha
agradecida de la Palabra de Dios porque estamos abiertos a ella, porque
queremos buscar el bien, la voluntad de Dios, porque queremos que Dios viva en
cada uno de nosotros y en esta comunidad parroquial de El Salvador.
Hay que cuidar mucho
las vocaciones que ya tenemos y pedir al dueño de la mies que siga enviando
obreros a su mies. Las parejas de novios que serán las futuras familias del
mañana, a nuestro seminarista que antes de que nos demos cuenta estará al
servicio del pueblo de Dios que camina en la diócesis de Jaén, a nuestros
voluntarios de Cáritas que ejercen la caridad en nombre de todos. Pedid
insistentemente al Señor, cuidar lo que hay y aumentar la cosecha.
A mí el Señor me ha
dado una oportunidad magnífica para imitarlo y vivir en mis propias carnes el
Año de las Vocaciones, por lo que he dicho, que al igual que Cristo, la llamada
supone fe, obediencia y disponibilidad.
Aunque soy un pobre
pecador intento por todos los medios no ser un “teórico” de la religión o un
“profesional”.
Yo mi vida la perdí
por Cristo y por el Evangelio el día que dije Sí a Dios en la persona del
Obispo al que prometí respeto y obediencia. Y el Señor me ha ido llevando por
caminos insospechados para mí y lejos, en la mayoría de las veces, de mis
deseos y gustos personales.
Las grandezas y reconocimientos
no son el objetivo de mí vida sacerdotal y las veo más como tentación que
podrían alimentar orgullo y vanidad.
El Señor me pide que
en el año de las vocaciones, año trece de mi pastoreo entre vosotros, y 22 de
mi sacerdocio, salga de esta tierra que ya es mía, así lo digo, que salga de mí
Baeza y descienda hasta Mancha Real, y digo descender porque tengo que bajar
las “quebrás” hasta la llanura de la mancha.
Mi voluntad sería en
palabras del mismo Jesucristo: “Padre que pase de mí este cáliz”. Pero mi
respuesta al Señor a través del Obispo es la misma de Cristo: “Padre, que se
haga tu voluntad, no la mía”.
Toda la predicación de
este año la tenía que sellar ahora con la propia vida, y aunque soy un pobre pecador, os dejo este humilde ejemplo para
que también vosotros seáis obedientes a Dios, a través de vuestros pastores, el
Papa, el Obispo y vuestro nuevo Párroco, para que seáis servidores más que
servidos y tengáis buen ánimo y disposición para todo.
El día trece de Junio
vine al mundo para servir a Dios y en el año 13 de mi pastoreo estoy disponible
para servir a Dios. Veintidós años de sacerdocio, los dos patitos que me
pusisteis en la pancarta de mi aniversario. Pues el día 2 de julio la despedida
del curso pastoral y el 2 de septiembre la despedida de la parroquia y de
Baeza.
Ya sabéis que yo no
creo en la casualidad sino en la Divina Providencia y siempre veo estos guiños
de Papá Dios en mí vida para recordarme que siempre es Él quien está detrás de
todas los acontecimientos.
Gracias a Dios por
estos años y gracias a todos vosotros mis queridos hijos, hermanos y
colaboradores. Que la Virgen Madre de Dios y de la Iglesia nos acompañe a todos
e interceda por nosotros.
Muchas gracias y que
así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario