Es mi deseo felicitaros este entrañable tiempo de
Navidad a todos los conciudadanos de la comarca de la Loma.
Hay una Navidad que es para todos, es la que no
necesita dinero, ni consumo, ni grandes excesos, porque esa Navidad va desde
dentro hacia fuera, brota en el interior de cada persona y va fluyendo a través
del ánimo, de las palabras, de las acciones, de las actitudes y de la propia vida.
Una Navidad accesible a todas las personas sin
importar condición, edad, sexo, raza, salud, enfermedad, estética porque
precisamente el origen de la Navidad no tiene puertas, ni fronteras, ni
ejércitos, ni seguridad privada, ni exclusivismos, ni aranceles, ni boleto de
entrada, ni nada de nada.
Una Navidad que se puede compartir con la familia, con
los amigos, con los vecinos porque la verdadera Navidad es una salida hacia los
demás y no sólo a los más próximos sino también a los lejanos. Salir para renovarse,
oxigenarse, aprender y enseñar, enriquecerse y enriquecer.
En el origen de la Navidad lo que estaba oculto a los
ojos del mundo se manifestó con toda claridad, al resplandor de tan gran luz
acudieron propios y foráneos experimentando el gozo que no es producto de lo
artificial o de una reacción química.
Esta Navidad para todos nos hace mejores personas, nos
llena de una esperanza optimista, optimizada, levanta de las postraciones,
ahuyenta los inmovilismos, el conformismo y el silencio cómplice. Es la Navidad
que cada año nos sacude, nos despereza haciéndonos comenzar el año nuevo con
perspectivas y horizontes renovados.
Esta, mis queridos amigos, es mi Navidad y la que
quiero compartir con vosotros.
Leyendo en estos días de adviento la exhortación
apostólica del Papa Francisco “La alegría del Evangelio” me entretenía
reflexionando en el número 11:
“El Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado.
Él hace a sus fieles siempre nuevos; aunque sean ancianos, «les renovará el vigor,
subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse»
(Is 40,31). Cristo es el «Evangelio eterno» (Ap 14,6), y es «el mismo ayer y
hoy y para siempre» (Hb 13,8), pero su riqueza y su hermosura son inagotables.
Él es siempre joven y fuente constante de novedad. La Iglesia no deja de
asombrarse por «la profundidad de la riqueza, de la sabiduría y del
conocimiento de Dios» (Rm 11,33)”
Os dejo estas palabras como obsequio de Navidad y os animo a leer la
exhortación completa porque son palabras sencillas de entender, profundas
porque llegan hasta el alma y eficaces porque sirven para la vida.
La otra navidad, y
para mi ésta es con minúscula, está destinada sólo para algunos porque entiende
de niveles económicos, de estatus sociales, de templos y catedrales del
consumismo donde al final te espera la temida caja registradora que te pone los
pies en el suelo y la cuenta en números rojos.
La otra navidad marca las diferencias entre personas excluyendo a los
de siempre, va de fuera a dentro, los anuncios, los reclamos publicitarios, los
cantos de sirenas que nos conducen al precipio del consumo desenfrenado.
La otra navidad
que frustra y hace sufrir a los que no pueden alcanzar lo que algunos si
pueden. Esa navidad no llega a los albergues municipales, ni a los cajeros
automáticos que son los confortables dormitorios de los inmigrantes, ni a las
casas de los que no pueden pagar la luz, el agua o el alquiler a fin de
mes. A estos pobres que en algunos
sitios se les ve, utilizándolos como bandera discutida y en otros sitios pasan
desapercibidos, porque hasta en este tema somos capaces de manipular y usar en
beneficio de los propios intereses.
Que cada uno opte
libremente por la Navidad que quiera celebrar. Yo tengo claro como el agua lo que
quiero y de lo que no participo. Tengo claro que mí Navidad es con mayúscula y
así quiero celebrarla estos días con mi familia, con mis amigos, con mi
Parroquia de El Salvador y con todos ustedes si gustan.
Feliz Navidad y
que Dios bendiga la comarca de la Loma.
Mariano Cabeza Peralta, Párroco de El Salvador.
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