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lunes, 13 de mayo de 2013

HOMILIA TRIDUO SAN JUAN DE AVILA



Queridos hermanos,
Celebramos la Eucaristía en esta Capilla de San Juan Evangelista que nos trae a la memoria a San Juan de Ávila, cuanto mas ahora con este precioso tapiz que engalana este templo como homenaje al santo y doctor de la Iglesia que tanto bien hizo en nuestra ciudad de Baeza con la fundación de la Universidad y desde Baeza a la Iglesia universal.

Un gozo y una inmensa alegría en este año dedicado a la Fe donde pudimos ser testigos de la declaración universal de San Juan de Ávila como doctor.

Escuchando la primera lectura de la misa de hoy de los hechos de los apóstoles seguimos las huellas de un Pablo inquieto y con un espíritu evangelizador imparable. De Atenas se marcha a Corinto y allí sigue anunciando a Jesucristo, a pesar de las dificultades, de los rechazos, de los insultos, no ceja en su misión ni un solo instante.
Pablo, evangelizador pero no a costa de nadie. Se gana el sustento con sus propias manos. De niño, en el negocio familiar de Tarso había aprendido el oficio de tejer lonas, coserlas y cuando llega a Corinto se pone a trabajar para sustentarse pero sin dejar de aprovechar el tiempo en la evangelización. Podemos entender sus palabras cuando dice: “el que no trabaje que no coma”.

No es extraño que la figura de Pablo fuese para San Juan de Ávila todo un modelo de inspiración. De hecho sus escritos están marcados por el pensamiento paulino.
San Juan de Ávila es un gran evangelizador, todo lo que hace, escribe, aconseja, predica, es para acercar las almas a Jesucristo, porque su experiencia de Cristo es como la de Pablo, la de la misericordia de Dios, la del perdón, experiencia que llena el corazón de la lumbre del amor a Dios.

En uno de sus sermones en este tiempo de pascua decía San Juan de Ávila a los oyentes:

Viniste Señor a buscar la oveja perdida y te la pusiste sobre los hombros.
Mira Señor que la oveja es un poco bulliciosa y te dará con los pies en la boca. ¿Dejaréis por eso la oveja? No, aún no la dejaré.
Oh, hombros benditos de Jesucristo que lleváis a la oveja perdida.
¿Qué quiere decir con ello?:
Lava Jesucristo los pies a sus discípulos y se los besa y les dice: Si yo, siendo vuestro Señor y Maestro, lavo vuestros pies, lavaos los pies los unos a los otros.
Por eso te lleva en los hombros, porque nos ganó a todos, llevando nuestros pecados en su cruz y sobre sus hombros. Y como el nos llevó sobre sus hombros, así nosotros llevamos a nuestros hermanos sobre los nuestros y no con hombros de cera”

San Pablo y San Juan de Ávila se reconocen como rescatados por los hombros poderosos del buen pastor. Pablo habiendo sido llamado como apóstol cuando cayó del caballo camino de Damasco. San Juan cuando abandona la carrera de Derecho en Salamanca porque se siente llamado como segador de los campos de Dios. Los dos ganados para la vida eterna en la cruz de Cristo Salvador.

El mismo San Juan de Ávila, que el día de su primera misa sentó a 12 pobres en su mesa y los sirvió él mismo, supo poner en práctica lo que aprende del Señor y le predica a sus oyentes: “lavaos los pies los unos a los otros”.
Además descubre que es en la Eucaristía dónde residen esos dos fundamentos de su vida, la fe en Cristo vivo-Cristo amor junto con el ejercicio de la caridad.
Descubre que sentarse a la mesa del Señor es gustar ya en la tierra todo aquello que nos espera en el cielo, que la experiencia mas concreta y cercana de Dios la hayamos en la Eucaristía.

Escribía San Juan de Ávila en una de sus cartas:
“Y que vengas en tu Presencia Real y te pongas en mis manos, como quien dice: Yo morí por ti una vez y vengo a ti para que sepas que no estoy arrepentido de ello, más se me has menester, moriré otra vez por ti”.

Decía el Señor en el Evangelio de esta tarde: “vuestra tristeza se convertirá en alegría”.

Cierto es, nuestra alegría y nuestro gozo es sabernos amados, perdonados y salvados por Cristo nuestro Señor y saber que cada vez que celebramos este misterio eucarístico estamos actualizando el misterio de la cruz gloriosa de Cristo Salvador.

Que San Juan de Ávila interceda por nosotros ante la Santísima Trinidad para que en el año de la Fe fortalezcamos nuestra fe y seamos evangelizadores en  medio de nuestro mundo como él lo fue en el siglo XVI. Que así sea.

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