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viernes, 1 de marzo de 2013

HOMILIA DE D. MARIANO CABEZA EN LA MISA DE ACCION DE GRACIAS POR EL PAPA BENEDICTO XVI



Misa de acción de gracias y petición por el Papa Benedicto XVI en el último día de su Pontificado, Catedral de Baeza 28 de Febrero de 2013


“Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”
(Declaración 11 de Febrero de 2013)

He querido comenzar la homilía con las palabras de Benedicto XVI, en el texto que seguramente, ha supuesto para él más dificultad y gravedad, en toda su dilatada vida sacerdotal, episcopal y papal. Decisión que nos reúne a las comunidades cristianas de Baeza esta noche aquí en la Catedral.

Unas palabras escuetas, claras, tomadas con plena libertad y conciencia, como respuesta a sus oraciones y súplicas a Dios.



Cuando habla la conciencia y se actúa desde la libertad, preciosos dones de Dios, cuando se hace desde una profunda experiencia de fe y confianza en Dios, único Pastor, qué podemos decir nosotros, qué puede decir el resto de miembros de la Iglesia: Solo unas breves palabras, ¡gracias Señor!

En la audiencia de ayer miércoles el Papa lo decía a toda la Iglesia.
Me he sentido como Pedro en la barca de la Iglesia, pero esa barca no es mía, ni vuestra, sino de Cristo, Él es quien lleva esa barca.

Como decía San Juan de Ávila, nuestro doctor de la Iglesia, el Papa es el que lleva el cántaro con el agua para dar de beber a los demás.
Lo que apaga la sed es el agua fresca y limpia.
El Papa dijo el 11 de febrero como acabamos de oír que ya no se encuentra con fuerzas para llevar el cántaro, y pide que sea otro el que lo haga como ejercicio de amor a la Iglesia y responsabilidad.

Igualmente ayer miércoles dijo otra bellísima idea.
Yo no abandono la cruz, me quedo al lado del crucifijo. Corresponde este pensamiento a sus palabras de renuncia cuando dice que el ministerio petrino se sirve con palabras y obras, pero también con sufrimiento y oración.

El Papa no abandona el ministerio encomendado por la Iglesia aquel 19 de abril de 2005. Ahora seguirá ejerciéndolo con el sufrimiento y la oración. No se retira a una vida privada, cómoda y a su gusto. Se retira para seguir sirviendo a la Iglesia en el silencio, en el sacrificio personal ofrecido cada día, en la oración a Dios. Alejado para el mundo pero siendo sal, luz y levadura para el mundo, rogando por cada uno de nosotros, como Cristo lo hacía en el Evangelio que hemos proclamado.

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, un cuerpo vivo que debemos ir edificando todos desde nuestras vocaciones y ministerios, como decía San Pablo en la carta a los Efesios. La Iglesia no termina ni comienza en ninguna persona en concreto. Caeríamos en un personalismo peligroso. De hecho el Papa es el sucesor de Pedro, pero la referencia no es a una persona concreta sino al elegido por Cristo para entregar las llaves del Reino.
Un Papa se va, otro Papa está a punto de llegar.

Benedicto en estos días insiste en la oración por los Cardenales que tendrán la misión de elegir un nuevo Papa movidos por las mociones del Espíritu Santo.

Preciosa la oración de Cristo Pastor-Sacerdote que hemos proclamado en el Evangelio:
“Que sean uno, como nosotros somos uno, yo en ellos tú en mí, para que sean completamente uno”

La casualidad no existe, nosotros creemos en la Providencia de Dios, en la misericordia de Dios que proclamaba el Salmo 88: cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Si estamos viviendo este hecho histórico tiene un sentido profundo en la historia de la Iglesia aunque nosotros ahora mismo no calibremos su alcance.

Por tanto hermanos y hermanas, cristianos de nuestras comunidades parroquiales de Baeza, demos gracias a Dios por todo el bien que ha hecho nuestro Papa Benedicto XVI, el teólogo más destacado de la segunda mitad del siglo XX y así será algún día reconocido por la historia, por todos los servicios que ha prestado a la Iglesia como sacerdote, obispo y sucesor de Pedro, para edificación de la Iglesia.
Ha sido siervo fiel al que se le entregaron los talentos y ha sabido multiplicarlos, no en beneficio propio, sino para bien de todos.
Gracias Santo Padre.

Y desde estos mismos instantes que ya es Papa emérito, oremos intensamente por los padres Cardenales que son patrones ahora de la navecilla de la Iglesia.
Pidamos para que con fe, prudencia, y discernimiento del Espíritu Santo sepan dar respuesta a las expectativas de este convulso siglo XXI en la figura de un nuevo sucesor de Pedro que nos guíe en el nombre de Cristo por las aguas calmas y turbulentas de este viaje hacia el Reino de Dios en su plenitud.

María, Virgen del Alcázar, patrona nuestra, Madre de Dios y de la Iglesia, intercede por nosotros y cúbrenos siempre con tu manto protector.

Que así sea.

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