1. Muchos de nosotros hemos tenido la suerte de heredar de nuestros mayores la devoción a la Santísima Virgen María.
En una ocasión me
decía un compañero: “Estoy seguro de que mi madre me enseñó a la vez a
hablar y a rezar a la Virgen”. Seguramente que muchos podríamos decir lo
mismo, mucho más en estas tierras de Jaén y Andalucía donde tanto se
quiere a la Madre de Dios, que es también nuestra Madre.
Llamamos a Mayo ”MES DE LAS FLORES”,
para ofrecer su generoso y repleto jardín a la Virgen María. Y es que
los sentimientos más finos y profundos los expresamos, los humanos, con
flores. En Mayo oramos “con flores a María, que Madre nuestra es”.
Ojalá que en todos
los templos y en muchos hogares y otros lugares se piense en “la Reina
de los flores” y se rece para renovar nuestra vida cristiana y pedir sus
bendiciones para cuantos sufren en este valle de lágrimas.
2. Cuando se quiere
honrar a una madre, al menos así lo he pensado siempre, lo mejor es
decirle que el hijo se le parece; entonces, sobre los labios de la mujer
que lo escucha, florece una sonrisa de satisfacción; la madre no va en
busca de otras bellezas; la madre se enorgullece si el hijo se le parece.
¡Qué no hará María Santísima cuando encuentre en nosotros un parecido!
Y, ¿cómo parecernos
cada vez más a ella? Ofreciéndole flores concretas. Sería el mejor
ramillete y rosario mariano para el mes de mayo.
Pensemos: En la
Anunciación es ejemplo de fe, de humildad, de pureza y obediencia. En la
casa de Nazaret es maestra de oración, de modestia, de trabajo, de
sumisión amorosa a la voluntad de Dios. En la pasión de Jesús es modelo
de paciencia y de esperanza hasta el heroísmo. En la Resurrección, norte
y apoyo para aquella primera comunidad de cristianos.
3. Virgen santa, ¡ayúdanos!
Tú que eres mediadora universal de gracia, bendice y extiende tu manto
acogedor sobre tantas personas tristes y preocupadas en situaciones
difíciles. Que sus angustias y temores se transformen en flores de
alegría y confianza.
Madre amabilísima,
esculpe tu imagen en los corazones limpios de tantos niños y niñas que
se acercarán durante este mes a recibir, por primera vez, a tu Hijo
Jesucristo en la Santísima Eucaristía. Ayúdales a ser siempre “sus
amigos” y tenerte a ti por “Madre del cielo”.
Que acertemos a
llenar nuestra travesía de la vida de flores de amor cuya fragancia
llegue hasta los más queridos de tu Hijo y de ti. Madre de todos desde
el Calvario y ya para siempre, ruega por nosotros.
¡Venid y vamos todos con flores a María!
+Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén
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