Los miembros de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío nos
disponemos un año más a celebrar el culto más importante de nuestro calendario
litúrgico: presentarnos ante las plantas de nuestra Madre en la fiesta de
Pentecostés, conmemorando la venida del Espíritu Santo sobre el colegio
apostólico, y por extensión, sobre toda la Iglesia.
Un rociero no debe de
olvidar que esta fiesta no se enmarca en un solo día: debe inspirar todos los aspectos de nuestra vida,
por lo que debemos dejar que el Espíritu
actúe en nuestro interior, impulsándonos a ser testigos del Evangelio en medio
de esta realidad tan compleja y difícil que nos ha tocado vivir.
Para todos los que este año vamos a tener la gran suerte de
compartir nuestra Peregrinación, os pido que no olvidéis nunca que nuestra meta
es el encuentro con nuestra Madre. La mejor preparación que podemos hacer es
rendir cuentas de nosotros mismos y de nuestra forma de vivir este año, para
que una vez que lleguemos ante sus plantas, Ella, que siempre nos espera,
interceda por nosotros, nos bendiga y nos otorgue la fuerza necesaria para ser
ejemplo de buen cristiano, pudiendo
proclamar a los cuatro vientos sin temor alguno que somos rocieros, devotos de
la Virgen del Rocío porque así lo ha
querido Dios.
Os deseo a todos un
buen Camino y Feliz Romería.
¡Viva
la Virgen del Rocío!
¡Viva
la Blanca Paloma!
¡Viva
el Pastorcillo Divino!
¡Viva
la Hermandad de Baeza!
¡Viva
la Madre de Dios!
Inmaculada Muñoz-Reja
Fdez.
Hermana Mayor
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