Queridos hermanos,
Celebramos la
Eucaristía en esta Capilla de San Juan Evangelista que nos trae a la memoria a
San Juan de Ávila, cuanto mas ahora con este precioso tapiz que engalana este templo
como homenaje al santo y doctor de la Iglesia que tanto bien hizo en nuestra
ciudad de Baeza con la fundación de la Universidad y desde Baeza a la Iglesia
universal.
Un gozo y una inmensa
alegría en este año dedicado a la Fe donde pudimos ser testigos de la
declaración universal de San Juan de Ávila como doctor.
Escuchando la primera
lectura de la misa de hoy de los hechos de los apóstoles seguimos las huellas
de un Pablo inquieto y con un espíritu evangelizador imparable. De Atenas se
marcha a Corinto y allí sigue anunciando a Jesucristo, a pesar de las
dificultades, de los rechazos, de los insultos, no ceja en su misión ni un solo
instante.
Pablo, evangelizador
pero no a costa de nadie. Se gana el sustento con sus propias manos. De niño,
en el negocio familiar de Tarso había aprendido el oficio de tejer lonas,
coserlas y cuando llega a Corinto se pone a trabajar para sustentarse pero sin
dejar de aprovechar el tiempo en la evangelización. Podemos entender sus
palabras cuando dice: “el que no trabaje que no coma”.
No es extraño que la
figura de Pablo fuese para San Juan de Ávila todo un modelo de inspiración. De
hecho sus escritos están marcados por el pensamiento paulino.
San Juan de Ávila es
un gran evangelizador, todo lo que hace, escribe, aconseja, predica, es para
acercar las almas a Jesucristo, porque su experiencia de Cristo es como la de
Pablo, la de la misericordia de Dios, la del perdón, experiencia que llena el
corazón de la lumbre del amor a Dios.
En uno de sus sermones
en este tiempo de pascua decía San Juan de Ávila a los oyentes:
Viniste Señor a buscar la oveja perdida y te la pusiste sobre
los hombros.
Mira Señor que la oveja es un poco bulliciosa y te dará con
los pies en la boca. ¿Dejaréis por eso la oveja? No, aún no la dejaré.
Oh, hombros benditos de Jesucristo que lleváis a la oveja
perdida.
¿Qué quiere decir con ello?:
Lava Jesucristo los pies a sus discípulos y se los besa y les
dice: Si yo, siendo vuestro Señor y Maestro, lavo vuestros pies, lavaos los
pies los unos a los otros.
Por eso te lleva en los hombros, porque nos ganó a todos,
llevando nuestros pecados en su cruz y sobre sus hombros. Y como el nos llevó
sobre sus hombros, así nosotros llevamos a nuestros hermanos sobre los nuestros
y no con hombros de cera”
San Pablo y San Juan
de Ávila se reconocen como rescatados por los hombros poderosos del buen
pastor. Pablo habiendo sido llamado como apóstol cuando cayó del caballo camino
de Damasco. San Juan cuando abandona la carrera de Derecho en Salamanca porque
se siente llamado como segador de los campos de Dios. Los dos ganados para la
vida eterna en la cruz de Cristo Salvador.
El mismo San Juan de
Ávila, que el día de su primera misa sentó a 12 pobres en su mesa y los sirvió
él mismo, supo poner en práctica lo que aprende del Señor y le predica a sus
oyentes: “lavaos los pies los unos a los otros”.
Además descubre que es
en la Eucaristía dónde residen esos dos fundamentos de su vida, la fe en Cristo
vivo-Cristo amor junto con el ejercicio de la caridad.
Descubre que sentarse
a la mesa del Señor es gustar ya en la tierra todo aquello que nos espera en el
cielo, que la experiencia mas concreta y cercana de Dios la hayamos en la
Eucaristía.
Escribía San Juan de Ávila en una de sus cartas:
“Y que vengas en tu
Presencia Real y te pongas en mis manos, como quien dice: Yo morí por ti una
vez y vengo a ti para que sepas que no estoy arrepentido de ello, más se me has
menester, moriré otra vez por ti”.
Decía el Señor en el
Evangelio de esta tarde: “vuestra tristeza se convertirá en alegría”.
Cierto es, nuestra
alegría y nuestro gozo es sabernos amados, perdonados y salvados por Cristo
nuestro Señor y saber que cada vez que celebramos este misterio eucarístico
estamos actualizando el misterio de la cruz gloriosa de Cristo Salvador.
Que San Juan de Ávila
interceda por nosotros ante la Santísima Trinidad para que en el año de la Fe
fortalezcamos nuestra fe y seamos evangelizadores en medio de nuestro mundo como él lo fue en el
siglo XVI. Que así sea.
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