Carta 31 a
Jesús de Nazaret.
Domingo Santísimo Cuerpo de Cristo. 22
–junio- 3014
Evangelio . Juan: 6, 51-58
S
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eñor: Comienzo con una anécdota de mi
niñez. Tenía seis años, no cumplidos, y la catequista que me preparaba, junto
con otros niños, para la primera comunión, nos dijo: El sacerdote os dará el
Pan de los ángeles, y comeréis a Jesús. Cada vez que comulguéis, comeréis a
Jesús
Dos dudas me asaltaron, y
pedí ayuda a la catequista:
-la primera, ¿cómo en un pedacito tan pequeño, podía estar
Jesús.? Ella, nos dijo que porque era Dios y Dios todo lo puede.. Me convenció.
.
–la segunda fue que, si
todos comemos a Jesús, Jesús, se acaba.. Porque si es el Pan de los ángeles, el
pan se acaba.
Tenía en mi retina el pan
que mi madre ponía sobre la mesa, y que, al día siguiente, lo sustituía por otro, porque el anterior se había
acabado.
Hoy, no necesito
explicaciones. La fe eucarística, dice lo que hemos de saber. Pero te confieso,
Jesús, que pasados los años, has querido
iluminar aquellas dudas de mi niñez.
Recibo en la pantalla de
mi ordenador, unos rectángulos en blanco, más pequeños que cualquiera de
las uñas de mis manos. Al tocarlos con
una flechita, se agigantan y llenan la
pantalla de lindos paisajes, personas y animales en movimiento.
Y cuando los envío a los amigos, para
compartir con ellos tantas maravillas, se van, pero no me abandonan, permanecen
conmigo cuanto tiempo deseo.
Después de
escribir esto, he sonreído
He sonreído
feliz y en silencio. ¡Cómo no creer lo que dijiste a los judíos: “Yo soy el pan
vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre. Y el
pan que yo daré, es mi carne para la vida
del mundo. “El que
come mi
carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna
y yo lo resucitaré en el último día; el que come mi carne y bebe mi sangre,
habita en mí y yo en él…el que me come vivirá por
mí…el que come este pan vivirá para
siempre”
Ojala, por muchos años,
Jesús, siga repartiéndote entre todos los que tienen hambre de ti.
Seguro que, por muchos que sean, yo no te
pierdo; tú quedas en mis manos y entras dentro haciendo -¡oh misterio de amor-¡
que yo, ya no viva por mí, sino que viva por Ti, por una vida eterna.
Con afecto y adoración.
Bartolomé Menor
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