Queridos
fieles diocesanos:
Pedro y Pablo testigos de la fe en Jesucristo
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Aunque
no murieron el mismo día, la comunidad cristiana, desde sus orígenes, ha
querido honrarlos y encomendarse a su intercesión en el mismo día.
Escribe
San León en una homilía que pronunció en la Basílica de San Pedro en esta
fiesta: “Respecto a sus méritos y
virtudes, no podemos pensar nada que no sea distinto o contrapuesto en ellos;
iguales en la elección y en su trabajo, resultaron iguales también en su
martirio”. Bien podemos aplicarles a ambos las palabras de san Pablo: “He combatido bien mi combate, he llegado
hasta la meta, he mantenido la fe”.
Día del Papa
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Sabemos
que formamos parte de la misma Iglesia de Jesucristo pero el sucesor de Pedro,
el Papa, tiene en ella facultades y deberes muy singulares e irrenunciables.
Creemos que, bajo su autoridad y desde nuestro amor y servicio a su persona,
cooperamos en la edificación y extensión de esa Iglesia de Jesucristo
conducidos por el Espíritu Santo.
Pero
no basta nuestro respeto y adhesión inquebrantable al Santo Padre, debemos
también amarle, escucharle y apoyarle desde nuestra oración, participar de sus
anhelos apostólicos y llevar a la práctica en nuestras vidas sus enseñanzas;
poner en sus manos nuestra ofrenda para que reparta a favor de las necesidades
de toda la Iglesia.
Les
indicaba en un reciente Decreto que los párrocos y rectores de Iglesias
invitaran a los fieles a participar en la Santa Misa de ese día, no obstante la
dispensa del precepto y del descanso laboral. Disponía asimismo, que el Día del Papa y su colecta imperada a favor
de la Santa Sede se celebrara, en nuestra Diócesis, el domingo 30 de junio,
desde sus primeras vísperas.
Una sola fe
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Esta
identidad sustancial de la Iglesia de siempre, en toda su historia, es uno de
los rasgos más bellos de su rostro. Es la inmutabilidad en lo divino. Es la
vida que, mientras permanece en un organismo que un día empezó a existir, es la
misma siempre, aunque se haya desarrollado y crecido en el tiempo.
El
verdadero fundamento de todo ello es la asistencia del Espíritu Santo que la
protege, como su alma y su luz. En esta verdad radica el secreto de su
fidelidad.
El
Espíritu Santo actuó sobre el Colegio de los Apóstoles, con Pedro y bajo la
autoridad de Pedro, y sigue actuando sobre el colegio universal de los Obispos,
unidos al Papa y bajo la autoridad del Papa. La fuerza del Espíritu asiste a
todo el pueblo de Dios pero lo hace, de modo singular, sobre el sucesor de
Pedro, que nos confirma en la fe, esto es, en la fe que la Iglesia debe
profesar si quiere ser fiel a Jesucristo.
Es
lo que le encomendó a Pedro con palabras que siempre gozarán de actualidad: “Confirma a tus hermanos” (Jn. 22, 32).
Confírmanos en la fe
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Lo
que hoy dice el Santo Padre, el Papa, son sus mismas palabras, las mismas
exhortaciones, las mismas enseñanzas fundadas en la Escritura y Tradición
apostólica. Hay en todas sus enseñanzas coherencia y armonía interna con la
Revelación de Dios. Hay un discernimiento sabio y prudente contando para ello,
como he dicho, con la asistencia del Espíritu.
No
podría el Papa confirmarnos en la fe, si nosotros cuestionamos o rechazamos ser
confirmados en ella a través de sus enseñanzas. Sólo quien esté dispuesto a
recibir, con profundo respeto y humildad, cuanto nos enseña y recomienda,
estará en disposición para su confirmación en la fe cristiana.
Oremos
por nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, en estos inicios de su pontificado.
Pidamos la asistencia del Espíritu Santo para él y para toda la Iglesia, bajo
la intercesión de nuestra Madre la Santísima Virgen.
Les
saluda agradecido y les bendice
Obispo de Jaén
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